En México, la dictadura porfiriana consideraba esencial para el desenvolvimiento del país la participación de capitales extranjeros, quienes se encargarían de desarrollar nuestros recursos naturales.
Durante este periodo los inversionistas extranjeros gozaron de facilidades ilimitadas para el manejo de tales recursos, mantenían bajo su control a buena parte de las autoridades civiles de la zona petrolera, fijaban a su arbitrio los precios que las tiendas de raya ponían a los productos de primera necesidad. Además, las empresas gozaban de exenciones de impuestos para el establecimiento y mantenimiento de sus industrias. Con el derrocamiento del régimen porfirista, y durante la lucha revolucionaria, la industria petrolera se aisló más del proceso económico general del país y llegó a constituir, un enclave extranjero. Dos empresas extranjeras tenían una presencia predominante en México: La Standard Oil (Exxon) y la Royal Dutch. La primera de ellas era norteamericana, propiedad de los Rockefeller; la segunda estaba constituida por capital holandés e inglés. El 60% del petróleo mexicano estaba en manos de compañías inglesas y el 39.2% en manos de compañías norteamericanas.
Al terminar la revolución mexicana y ser aprobada la constitución de 1917, su artículo 27 estableció el derecho de la nación a tener en propiedad exclusiva la tierra, el subsuelo y las aguas en los límites del territorio mexicano; lo cual se oponía claramente a los intereses de las compañías extranjeras.
Muy buen blog!
ResponderEliminar